Lo que estoy sintiendo en estos momentos
puede que sea lo más parecido al vacío.
Un vaso que rebosa colillas apagadas
me mira desde la mesita de noche,
mi mente está en algún lugar
del que mi vida parece haber escapado,
mi cuerpo pasa hambre
y no tengo ganas de bajar por comida,
las ideas desaparacen a camara lenta,
mientras en el televisor hay algo que no me interesa.
Esto debe ser la parte mala de estar solo,
tal vez esto sea lo que llaman tocar fondo,
llegar aquí,
hasta este instante
en el que el sentido
parece nunca haber existido,
en el que nunca hubo nada,
como si siempre hubiese estado hueco,
como si todo fuese una farsa,
y la muerte solo fuese el fin de la actuación.
Debería acostumbrarme,
hacerme a la idea de que muchas noches serán así,
ya lo fueron,
ahora lo serán,
por fortuna no todas lo han sido.
No auguro nada bueno en mi futuro cercano,
espero estar equivocado,
pero si no lo hago,
puede que dé incluso lo mismo,
aunque tampoco estaría mal
que volvieran a brotar en mí
esas antiguas ilusiones.