Cuando se apaguen las luces, y el fino encantamiento de la vida
me provoque la nube de recuerdos en apenas dos segundos, creeré
en la inercia subjetiva de álamos despiertos, a la vera de algún camino
sin rumbo, y serás mi estandarte, mi suril concepción de calladas
veleidades, el sumo intelecto de la compañía ausente, cuando se apaguen las luces, veré a mis hermanos, esos que la vida me llevó con cuentagotas,
brotando sus estirpes de sabios artesanos, de atorrante queribles
que a todo alma le explota, caerán mis entelequias, peregrinando
entre el cielo y la tierra, y a un costado del desierto de mis ojos,
la fauces añiles de la perfectas simetrías de un vuelo cansado,
cuando se apaguen las luces, cuando todo sea calma, cuando el dolor
desaparezca, y la vida...y la vida me dibuje con crayones de silencio.