Tengo una llama dentro, atorada
incendiando el presentimiento
de que ya has iniciado la marcha.
Y veo frustrado todo y cada intento,
de soplarte bocanada tras bocanada
mientras mi corazón pasa su peor racha.
Pero, no es justo que te vayas,
que te lleves mis besos al partir,
no es justo que yo tenga que sufrir
si será igual al pedirte que no lo hagas.
Lo menos que merezco, si te vas a ir,
es que te lleves tu nombre de la yaga
que al saldar cuentas resultó mi paga
a este corazón que ya no podrá seguir.
Llévate de mi tus maneras y hábitos,
las sábanas que te hicieron mi maga
tu perfume y la menta de tus tabacos,
que le dieron aroma a esta triste saga.
Si te vas a ir, ahórrame malos ratos,
empaca mi llanto, mi imponderable ira,
no dejes ni rastros, ni viejos retratos,
ni la típica carta con alguna mentira.
No me volteés la cara, seme indiferente
al pasar a mi lado profundamente respira,
y si aún así lograras el llanto contenerte
yo mismo te abro la puerta, por Dios que me mira.