Haz de mi una bendición, Señor.
Ayúdame a ayudar a los que necesitan ayuda;
a ser una bendición para mis semejantes.
Enséñame a cuándo hablar y cuándo callar;
cuándo ser osado al dar y cuándo contenerme,
y si no tengo fortaleza suficiente,
entonces dame fortaleza.
Señor, hazme duro con mi propio ser,
pero tierno con todos los demás.
Deja que se derrame sobre mí la dulzura.
Dame una palabra,
un gesto para llevar la vida solitaria,
fe para el enfermo
y valor para mantener los corazones levantados,
aunque el mio se sienta abatido.
Cuando los hombres tengan cosas amargas que enfrentar,se acobarden y acepten la derrota,
déjame entonces levantar los ojos
para que vean la visión de tu victoria.