CUERPOS DE BRÍO

Encendida bonhomía del corazón en lumbre,

florales vientos susurran armonía de casales

sobrevolando el jardín silencioso de la barraca

donde asoman tus ojos cristalinos.

Al oriente de frondosos pinos

el murmullo del rio trae vino consagrado

en los altares que posan azules golondrinas.

Cuando la tarde reina la morada,

habitar tu piel de alcoba despierta

es afán en mis manos estables.

Sentir tu húmeda gravedad

con la última cena de suspiros.

Las rojas crestas indescifrables

se inclinan suavemente

con rotar de girasoles.

Dulce sosiego la paz endeble,

las campanas resuenan a desnuda batalla.

Se humectan las aristas labiales,

cruce de tórtolas picos de espadas.

Espesura en los negros metales

del entrecejo.

La mano roza suave la palma amante,

asonada en estampido

deja colgando inútiles frazadas

en nuestros cuerpos de fuego y brío.