De muy joven, yo, soñaba,
tenía mil fantasías;
en quince años calculaba,
definir mi gran valía.
¡La edad amparaba
a mi apócrifa egolatría!
Yo sería una gran persona,
¡triunfaría, triunfaría!,
ampliando mis horizontes
en secreto cada día.
¡Me creía poseedora
del Mester de Clerecía!
¡Que inocente, que ingenua!,
pues la vida me daría
bofetadas a deshoras,
cuando aún yo florecía
y esperaba triunfadora
mi compás y melodía
Pero hoy ya he madurado,
se secó mi algarabía;
hoy ya sé que mi andadura
era andar tras su valía,
en precario estado psíquico
que fingía día tras día.