El sol del ocaso se rebalsa
Por el borde del horizonte,
Dejándose desintegrar.
Las nubes pasajeras
Que se agrietan pálidas
Como paredes rotas de silencio
Y no vuelven.
Un árbol, dos, tres…
Todo un bosque lóbrego
Alzándose hacia el cielo
O hacia el suelo,
Recortando pedazos de sombras
Que serán pegados en el álbum de la noche.
Una calle que antes era mía,
Que tenía mis huellas
Y ahora vuelvo a adquirir
Y a maldecir gracias a un retorno
Que sin vos no lo es.
El vacilar del viento
Que hoy esta más nervioso que de costumbre
Y golpea de lleno contra la memoria.
Y un cacho de casa que teje vacíos,
Tan grandes, tan hondos, tan ausencia
Que el corazón no me cabe ahí.
El sudor que acumulé en la frente
En esta jornada metálica
De trabajo duro y recuerdo tierno.
Un perro que me mira triste
Y que al mirarme me pone triste a mí
Porque me esconde el dulce secreto de la tristeza.
El silencio ambulante
Que dispara sobre el ruido
De un aparato que ignoro.
Un pueblo que se lleno de fantasmas,
Algún libro que no me dice lo que necesito,
El corazón que insiste con ir a buscarte
Y todo eso,
Todo eso porque no estas vos.