Antes de acostarme,
tengo que pensarte
y te veo danzar en mi pensamiento:
las ondulaciones de tu cuerpo,
la comisura de tus labios,
la infinidad de tus ojos
y olvido todo presagio
y me consuelo, aunque estoy solo.
No puedo dormir,
sin antes tenerte
pensando aun sin el real vivir
ni estar tú presente,
te beso con ternura,
luego como volcán encendido;
te tomo, te estrecho
con mis brazos hacia mi pecho,
veo a tus ojos claros,
toco ese rostro lozano.
Luego,
me duermo,
ya te tengo,
aunque sólo en mi pensamiento;
y, después,
desde que me duermo,
en nítidas imágenes,
te sueño,
rozándote los labios
con mi boca desesperado,
tocando tu piel con mis manos,
palmo a palmo,
tomando de tu mirada
la infinita belleza de tu alma.
Pero sólo fue un sueño,
como antes pensarte despierto,
y esperar tengo,
una nueva oportunidad
para hacer realidad
tan bendito sueño.