Dame, Señor, un corazón prudente
que sepa discernir tu voluntad,
un corazón que acate reverente
lo que dispongas a mi libertad.
Quiero que seas dueño de mi mente
y en mis momentos de dificultad
piense en tu amor y reverentemente
ponga ante Ti mi fe con humildad.
Y ya que soy el último en tu lista
y el más renuente pecador que existe,
nunca permitas, Dios, que me resista
a tu bondad, pues para mí moriste
en esa Cruz donde al fijar mi vista
pude sentir que Tú me redimiste.
P.Heriberto Bravo Bravo SS.CC (Derechos reservados)