Sosegué mi andar sin titubeo
descalza; reverente ante las olas
que desmayan su majestuosidad
en una orilla ansiosa de adoptar
su caricia.Me empapo de recuerdos
perpetuos, mientras la sal
se impregna en mis labios
sedientos de aquel beso.
Memorias taciturnas que
vuelan infallibles, atravesando
primaveras airosas.
Yo... ante de este mar risueño
y cautivador, resucitando historias
tal vez acalladas, por la mediocridad
del sentimiento inicuo
que allanan los ateos al amor.
Aquí frente a tu mar, deseándote
sin miedos; diferente, atrevida...
emancipada del ostracismo
de tu señero amor.
Ahora, empuñando mi dignidad
con el coraje que se hizo ausente
aquel otoño...y me pregunto: Para qué,
si ya no estás para siempre?.
Autor: Ivette Rosario
Febreoro, 2015