¡OH tierra de Jaén!
Fecunda en olivos verdecidos,
plantados en hileras, protegidos
por las sabias manos de tu gente,
albergando en ellos, su destino
Amargo devenir de aceituneros
que con su esfuerzo el fruto recolectan
para engordar las arcas de dinero
a unos avaros, que no tienen en cuenta
el sufrimiento de los olivareros.
Penoso subsistir tiene la gente
que se dedica al cultivo del olivo;
como penoso y duro es el camino,
que recorren con el sudor de su frente
con hambre de justicia del Divino.
Almas preñadas, de ilusiones vanas,
coronadas por un halo de tristeza
sabiendo que son gente buena y llana.
Pues ven, en sus olivos y en su tierra,
la esperanza puesta en ellos, del mañana.
Para desgracia vuestra, os acosan,
las Multinacionales con pujanza;
Ferruchi, S.O.S… sin piedad y con saña,
y es que ven en vosotros…, poca cosa, aprovechándose, de vuestras esperanzas.