Cuándo acarician mis dedos,
tu templada y suave piel,
después de pasear por esta lluvia de otoño,
acaricia mi cuerpo,
el silencio de tus ojos,
el sabor de tu boca,
el susurro de tus besos,
que me llevan flotando,
con las olas del cielo.
Cuándo mi piel,
acaricia tu piel,
siento dejar atrás la soledad,
que me acompaña,
mi aliento se pierde,
en mis ratos de distancia,
de puertas frias,
de ventanas de cristales empañados,
de cubiertos mis pétalos,
de la suave brisa de la mañana.
Cuándo mi boca,
acaricia tu piel,
mis nostálgicos recuerdos,
heladas mañanas de niñez,
sueños aburridos,
abrazos a mi almohada,
se esfuman en la noche,
lejos,
tan lejos como el infinito,
en su eterno sueño dormido.