En un instante , como por encanto,
de negro se tiñó el firmamento,
fue cuando sin pensarlo ni un momento,
nos ocultamos , casi con espanto.
El refugio, frío y oscuro estaba,
sólo quise en tu pecho acurrucarme,
por calmarme, quisiste acariciarme,
sin sospechar que encenderías la llama.
Tus manos, por mi rostro comenzando,
se perdieron en mi cuerpo de mujer,
el fuego crecía, y casi sin querer,
con arrebato me estabas amando.
A raudales caía desde el cielo,
cual bendición, el líquido elemento,
queriendo eternizar este momento,
en el que comenzamos nuestro vuelo.
® Susana Valenzuela 29-08-09