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´ En la calle voy con mi pesado corazón a cuestas: a veces quiero llevarle en lugar distinto, es decir, no deseo cuelgue como una medalla del pecho, quisiera cargarle en hombros, tal vez no aguijonearía tanto y seguramente tendría más ímpetu para arrastrar tristezas; en cuanto a las alegrías, unas tantas sospechosas, allí ceñidas, les estaría vigilando con mis ojos, todos ustedes saben en un corazón como el mío entran y salen ríos, acuden hojas, piedras, troncos, avienen aves en sus cuatro huecos desolados, a veces cruzan lápidas las cuales no tienen epitafio alguno, ni hay escritos nombres;-suele confundir muy pronto estados emocionales,- señalan psiquiatras, argonautas del conocimiento, por eso dicen no suelo distinguir entre el estado angelical y demoniaco de los túneles colgados sobre torrentes en tan carnosa arquitectura latiendo indescifrable, pero hoy mientras aún sueño delirante como sucede siempre de costumbre mientras camino y pasan las portentosas aguas en mi pesado corazón, descubro la ciudad con el peso de amargas tentativas y tu imagen única, inevitable, sostiene el crepúsculo lleno de pálidas estatuas.