Ya no temo al camino ,peregrino,
ni tampoco la espera ,desespera,
pues te espero con calma y en mis palmas ,
de mis manos abiertas y despiertas,
las ansias de tenerte y de quererte.
Ya no recelo, ni el velo,
de tu llanto, ni mi canto,
son tristes desde que viniste.
Si la pena , desterrar al esperar,
consigo en albedrío, en este estío,
me llena de placer , sólo al saber,
que has de compartir , tu al venir,
con toda la vertiente , de tu amor ardiente,
aunque sea distinto, con tu presencia pinto,
mis ojos de alegría, no melancolía,
No se llenan mis cielos , con celos,
si no, mis sueños , con ensueños.