Ella era una niña bella,
inteligente y coqueta,
tan rápida, tan audaz,
grácil y casi perfecta.
Siente que el mundo le debe,
que todo se lo merece,
que el sol sale para ella
y que por ella, se mete.
Mimada, siempre admirada,
el centro de toda fiesta,
pero va pasando el tiempo
y éste, la vuelve funesta
Ya han pasado muchos años,
el tiempo la ha sacudido,
ha perdido ya su encanto,
el ego ha disminuido
y mirándose al espejo,
hace recuento de daños.
Nunca más la presunción,
ni el egoísmo, ni enfado,
no vive desolación,
la razón la ha transformado.
Y hoy vive con alegría,
con ilusión, con pasión,
no busca la aprobación,
la gobierna el corazón.