Dan las siete, amanece,
me prepararé un café,
para soportar la angustia,
de ya no volverte a ver.
Dan las ocho,
desayuno y me salgo a caminar,
en mi mente la esperanza,
de volverte a encontrar.
Y en la playa con la arena,
es más difícil olvidar,
que a pesar de esta gran pena,
cada día te extraño más.
Nunca olvidaré la magia,
de tus ojos al brillar,
mientras el reloj avanza,
solo puedo recordar.
Cada momento entre los dos,
nuestros anhelos y tu voz,
los largos besos y el sabor,
que me dejaste con tu adiós.
Dan las siete, oscurece,
otro día transcurrió,
me refugio en las paredes,
de mi oscura habitación.
Y de nuevo me pregunto,
si mañana será igual,
seguir siendo un vagabundo,
sin dirección especial.
Después de escuchar la radio,
y tararear cada canción,
entra en mi ventana un rayo,
nuevamente amaneció