Te alejas del lecho, rumbo al espejo,
donde inspeccionas con detenimiento
si alguna hendidura se posó en tu rostro.
Antes de tu descanso nocturno,
tus pupilas agudizan la mirada
atenta a esas líneas
que las cubres con cremas.
Maquillas tus párpados
de azules y rosas
con manos ágiles,
parodiando las del pintor
que cubren el lienzo.
Con los sentidos puestos en ello
cuidas tu figura
como una doncella,
cual crisálida que asoma a la vida.
Pasan los años perfumados,
de violetas y de fresias.
Siempre estás, con espíritu altivo
mente lúcida y crítica
para observarte y verte bella.
No deseas que el tiempo te venza.
Ubicas tu existencia a la etapa,
pero no permites que te atemorice.
Un día a la semana
haces arreglar tus cabellos,
para que tu comparecencia
se mantenga incólume,
sin demostrar que eres mayor.
Tampoco pretendes ser niña.
Te ubicas en el tiempo
y mantienes tu personalidad de acero,
reconciliada con tu figura
que huele a violeta y fresias. Mecha Foderé