Oda a la Máquina Diabólica
Un vaso lleno, mal colocado,
en un estante medio caído
o sobre un libro inclinado
que alguien echó en olvido.
Da igual si tiene un final,
su líquido ha de asolar
sus venas como un ritual
de extrañas luces sin par
Un bache a la salida…
(mejor si es de noche)
un golpe, un porrazo,
una caída furtiva,
un frenazo del coche,
triturado con un mazo
o mojado con saliva.
No es por joder a nadie
tampoco para incordiar.
Es que noto que está en el aire,
que a la izquierda me voy a quedar
cual cero sin decimales,
que tú si sabes lo que vales
mientras “eso” ocupa mi lugar.
Eso si que lo entiendo:
cuanto más cerca está,
yo me siento un dividendo
de restar y más restar.
Con tanta cifra me pierdo,
se ve que me falta coraje
para probar tu Nintendo.
Si la cojo la devuelvo,
o eso, o me voy de viaje.
Lo bueno…
es que te quiero
aunque me cueste abrazarte.
Emilio P.