Siento en mi pecho dolorido
proezas de amor no conseguido,
ungüentos místicos que crecen,
largas agonías que me vencen.
Siento el amor a bocanadas
ansioso de sangres desbordadas,
que de las entrañas de las hadas, de la madre,
entra despacio en mi aliento y suave.
Siento que se clava en la mirada
la boca arrastrada y espirada,
de la fuente del paso ya arrancado
del hombre enojado y humillado.
Tiemblas de sed y es que aletargas
por la prestancia del calor que albergas
que me envuelve, que me hunde
y en la más honda de tus verdades funde.
El sudor que corre por mi frente
en la tenue luz de adolescentes,
alimenta nuestro cuerpo, en tuyo y mío
y se unen lentamente como un río.