Entre mis manos; versos del color de la sangre, del olor a tierra mojada;
versos que se amontonan , para que nazca un poema.
Manos repletas de versos que se alimentan sentimientos ancestrales, cuando
el amor los viste de júbilo, el demamor de tristeza, los celos de tempestades...
Versos que se acomodan para hacer el maravilloso arpegio poético, dónde llora la lágrima y sonríe la risa, donde nace el amor y renace el olvido...
Mis versos y mis manos, dos palomas que emprenden sus vuelos, unidas para siempre, por la caricia invisible y el poema mudo.
Ivette Hernández Más