Para la abuela que nunca conocí, pero sí me enseñaron a querer
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Quiero tomar la escalera
y subir al mismo cielo,
para que toques mi pelo
¡ay, si así de fácil fuera
y a tus manos yo me asiera!
¡sería tan feliz, abuela!
Mas mi mente se consuela
al saberte en una estrella,
resplandeciente, muy bella
y hasta ti, hoy mi alma vuela.
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No pudiste acariciarme
cuando yo recién nacida,
porque ya estabas dormida
tu amor no pudo abrigarme;
tampoco consejos darme
pero sé que desde el cielo,
siempre cuidas mi desvelo
y me acoges en tus brazos,
dándome tiernos abrazo
mientras tu rostro cincelo.
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Porque abuela, en esta vida
me enseñaron a quererte,
me quedé sin conocerte
pero te amo sin medida.
Siempre me sentí mecida
en tus brazos con cariño,
me cubriste con armiño,
me diste tu protección
y también tu bendición.
¡A tus arrullos me ciño!
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Hoy te quiero regalar
lo más tierno, que es un beso,
mi fantasía y embeleso
quiero hacértela llegar.
También te quiero brindar
mi devoción, que perdura,
que me envuelve con tu aura.
Así me siento acunada
me encuentro bien arropada,
por tu abrazo de ternura.
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Te vengo a felicitar
en el día de tu santo,
hasta ti llegue este canto
que te quiero regalar.
En la copla he de pintar
una escala que me eleve,
y a las estrellas me lleve.
Para sentir hoy tu abrazo,
me dormiré en tu regazo.
¡Sentirte cerca, conmueve!
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Chelo Álvarez.
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