Quiero recuperar la paz, recuperar mi alma,
quiero mi tranquilidad, que me vuelva la calma.
Quiero también, que reaparezca mi conciencia,
pues no he vuelto a ser la misma,
desde tu cruel auscencia.
Debí romper las flechas de Cupido,
cuando lo divisé cruzando en mi camino;
el muy traicionero me cayó de espaldas,
justo cuando a mi lado tú pasabas.
Y no me importa esperar el resto de mis días,
sé que en cualquier momento, volverá esa paz tan mía.
Te prometo llevarte en lo profundo de mi sueño;
donde no haya miedo de pecar, y menos provocar
un doloroso daño.