DESPUÉS DE TIEMPO

Y aquietaré la fiera impaciencia de pensarte a solas conmigo, lejana del imperfecto instante en que te supe ajena a mis caricias y ausente en todos mis desvelos; detendré con los dedos sangrantes, las ideas que emergen brutales en ese desesperado afán de arrinconar entre muros de espuma y viento la tremenda urgencia de tener tus orillas cabalgando sobre el vientre de una encrespada noche, húmeda por la refriega y por el roce de mil hartazgos. Sepultaré en el mismo atardecer las delgadas palabras que una vez pusiste en mis labios, en la boca que supo la esencia de contar silencios en el no morir después; quizás el propio desatino de entregarme así es lo que no puedo ocultar ya más, cada vez que mi pensamiento se nutre del lento aletear de dos cuerpos renacidos más allá de la noche adormecida. Y es que aferrado a los mismas caprichos, callando iguales deleites, mis manos quedan buscando tibiezas en medio de mi mejor error de rascar caricias en el mismo pensar y buscar entre sombras vidriosas el instante preciso para colmar de blancos la inacabable delicia de amarte más. Y aunque el tiempo muera y el color de la brisa se pierda, aunque la madrugada trasnoche y los sueños no existan, has de saber al fin el temor a no saberte más que en mí, dentro de mis propios harturas sabiéndote cerca…sabiéndome tuyo.