Dios me ha dado un corazón
grande, como una ballena,
para que en él cupieran
todas esas ilusiones,
todas las ensoñaciones
que nutren mi inspiración.
Y me dió, en compensación,
una anatomía compacta:
un físico tan escaso
que a veces, si aprieto el paso,
ni mi sombra dejo ver.
Un cuerpo "de transistores"
o sea: miniaturizado,
con un corazón desbocado
y rebosante de amores.
¡Qué cruel ironía, señores!
Estoy casi acomplejado.
Sé que dicen por ahí
que "todas las cosas buenas
vienen en cajas pequeñas"
y que "a más fino el perfume,
más diminuto es el frasco";
pero eso no se presume
y en mí, ha resultado un fiasco.
Sucedió así que las damas,
sin mucho tacto o bondad,
me "clausuraron" sus camas
debido a mi "brevedad":
-¡No me gustan los "hilachos",
quiero un hombre de verdad!-
Y así, sin ningún empacho,
de cada alcoba "retacho"
para mi contrariedad.
Qué enorme sabiduría
aplicada a mi persona:
con tan exiguo equipaje,
se hizo más ligero el viaje
y se compensó mi hormona.
Sólo subsiste una queja
y me parece muy seria:
que nunca encontré pareja
con quien calmar mis ardores;
en el terreno de amores
a mí me fue "como en feria".-
Eduardo Ritter Bonilla.