En el ocaso de mi regalada vida
me dí cuenta que no temía a la muerte,
...quizás, porque siempre estuve preparada,
o ... quizás, porque fue mi eterna compañera...
Angustiante fue mi tarde,
al haberme enterado que ya no existiría,
mis lágrimas... no asomaban por la incredulidad,
que había en mi alma.
¡¡Mi dolor era por tí!!
Me sentí estafada, engañada
prefería morir a sentir todo eso;
cual rayo pasó por mi mente
todos los años vivídos y
sólo pude encontrar paz
en mis recuerdos ya idos.
Caminé sin rumbo
cual preso perseguido
quise ir más allá de lo permitido,
más algo en mi interior, interferia.
Sentía todas las miradas
y sus lástimas no penetraban
mi dolor ni mi verguenza,
sólo quería de ellos que me ignorasen.
Mientras más millas se acumulaban
mi angustia cesaba, porque
volque mi alma en mis gemidos y llanto.
Era noche oscura
la más megra de mi vida
sin embargo tenía que verte
y, dar la cara
fingiendo que nada me pasaba.
No soy buena aparentado
...tú lo sabes, por eso...
al verme supiste lo que acontecía.
Quise protegerte de mi ira,
mi rencor y odio, más
lo superé a medias
y tuve que controlarme
para no salir huyendo...
Hoy que ya todo pasó
vislumbro un mundo nuevo,
tengo esperanzas y
...¡eso es mejor que el ayer!