Cuando la luz del sol está por irse
y está la luna presta en su relevo,
no quiere el sol, no quiere despedirse
ni quiero despedirlo. No me atrevo.
Le temo a las tinieblas y a lo nuevo,
a todo lo que acaba por hundirse,
a lo desconocido por longevo
y a todo lo que pueda predecirse.
Por eso de rodillas hoy me postro
y elevo mi oración al Sempiterno
clamando por su luz y por su gracia.
Por eso ante mi Dios elevo el rostro
huyendo de las sombras del averno
que son frente a su Amor una falacia…
P. Heriberto Bravo Bravo SS.CC (Derechos reservados)