Esperé con paciencia que se revierta
la tormenta, que infligía sin piedad,
de nuevo los dos vemos la claridad.
Nuestro amor de su letargo despierta.
Volvieron a encontrarse nuestros ojos,
los corazones laten tranquilos en calma,
en armonía se contemplan nuestras almas.
Nuestros camino esta otra vez sin abrojos.
Ya estamos otra vez como de costumbre,
al olvido quedan las inútiles lágrimas,
felizmente, nuestra amistad es la misma.
Tu boca de miel pronuncia mi nombre,
del almíbar de tus labios estoy sediento.
Esta paz será por siempre, lo presiento.