Con la risa en los labios te miré dulcemente,
me acariciaste toda con manos temblorosas,
sutiles, delicadas, como mil mariposas,
rozándome las mías, cantando alegremente.
Al mirarme en tus ojos de brillo transparente,
descubrí la armonía de colores de rosas,
que tenía en mi jardín, perfumadas, vistosas,
las así para mi, audaz, decidida y valiente.
Observando en tus ojos, reflejo de los míos,
me sentí embelesada. Y en tus manos en palma,
deposité la espuma del agua de los ríos,
que llegaron hasta mi, con caudalosa calma.
Te regalo mis manos con grandes desafíos,
para atestiguar mi amor, te regalo hasta el alma.
Chelo Álvarez
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