Tristes repican las campanas de san Roque,
anuncian celebración de un gran suceso,
pronto los invitados cercanos llegan al parque
en espera que el cura exprese todo el rezo,
en un santiamén la bendición repartió
para apresurados visitar el campo santo,
lloros no se dieron como si cuando partió
dejando en los seres queridos su encanto
como padre, como esposo, como amigo;
se le cambiaron las flores ya marchitas
y la lápida blanca se bendijo con agua
buscando conjurar malignos espíritus.
Ya todo en completa calma a otro ambiente
dirigimos, donde se escucharon cuentos,
historias reforzadas de absurdos inventos,
nadie se quedó quieto sin mostrar el diente.
Entrada la noche en otro sitio reunimos,
compartimos pasabocas, comida y bailamos,
suave exprese románticas palabras al oído,
las creíste ya antes a otras expresadas.
Sin contenerme acelere el proceso
y ante todos los presentes hice el oso,
no aceptando que con otros divirtiera,
pediste pronto que a casa acompañara.