Si todo lo que tengo,
Incluida, Señor, mi propia Vida,
He de perderlo un día,
Quédatelo, Señor, te lo devuelvo.
Gozar no quiero goces
Que serán pronto Duelo,
Llanto y Dolores.
Y oí Tu Voz, Señor, que me decía:
“No morirás el día que te mueras.
Después de muerto, seguirás viviendo,
Pues te creé para la Vida Eterna
Y al morir saltarás hasta Los Cielos,
Donde estaré esperándote.,
Donde saldré a tu Encuentro”.
Tras de oír Tus Palabras,
Ya con mi Alma serena y sosegada,
Me eché a dormir y en sueños
Siguiéndolas oí.
Viniste a mi despierto.
Viniste a mí dormido.
Por dos veces, Dios Mío,
Viniste a mí.
Por dos veces, Dios Mío,
Te vi y te oí.
Y desde entonces
Ya a despertarme nunca más temí,
Pues dormido o despierto,
Iba a tenerte siempre junto a mí.
Y porque no te fueras
Sin llevarme Contigo,
Me busqué dos Cadenas
Y até a ellas mis Pies.