Mecida entre las brumas de tu suelo,
al arrullo de los vientos ululantes;
esplendente, elevas hacia el cielo
las crestas de tus torres fulgurantes
como vítreas agujas desafiantes
que burlan la blandura de tu suelo
con sus moles de cristal, impresionantes.
¡Inmensa! Como un pulpo gigantesco
con sierpes de concreto en tus calzadas,
extiendes por doquiera las frazadas
de asfalto con que has tapizado al valle
que otrora fuera lago principesco
y que ahora es edificio, y plaza, y calle.
Majestuosa, te yergues de la tierra,
convertida en mil jardines, fuentes, parques,
llegando hasta las faldas de la sierra
que en vano pretendiera refrenarte,
pues aún sobre ella tú te extiendes
en la dinámica expansión de tu baluarte.
Eres, México, "Ciudad de los Palacios",
la más bella de todas las capitales;
sin que exista, entre los puntos cardinales,
otra urbe en que armonicen los espacios
y edificios con tan singular belleza,
traducidos en majestad y grandeza
renombrados en los ámbitos mundiales
con epítetos grandiosos y triunfales
de homenaje y alabanza a tu realeza.
Eres, México querido, en mi memoria,
la ciudad en que habitan las maravillas;
en tu centro, tus calzadas, tus orillas,
en tu intrincada red de acero y de concreto,
para mí: motivo de orgullo y respeto,
para MÉXICO: ¡compendio de su Gloria!-
Eduardo Ritter Bonilla.