Toqué suavemente la puerta con caricia tierna,
mis pasos me dirigían despacio al amor eterno,
esperé allí, ilusionada, aferrada a la esperanza,
con deseos de ser feliz y ansias de poder soñar.
Pero el destino es cruel, me golpeó con decepción,
la ilusión desanimada huyó, entristeció mi alma,
luché cada día para sobrevivir y no morir,
pues había bebido amor dulce y amargo.
Quedé desolada y con el corazón destrozado,
sin sueños, con tantos planes incompletos,
se esfumaron las palabras de aquellos momentos,
y las promesas profesadas volaron con el viento.
Ahora la soledad me acaricia con frialdad lastimera,
mi alma calla, un nudo en mi garganta la quebranta,
es un sentimiento que duele, la oprime y desarma,
y no tiene fuerzas para volver a tocar esa puerta.
Miangel