En tus ojos se pierde mi mirada,
que te busca impaciente a cada instante,
porque el brillo de tus ojos, dulce amada,
se me ha vuelto un sustento indispensable.
En tu boca se sacian mis deseos,
que marchan tras de ti, con tal vehemencia,
que, todo lo que soy, constantemente,
está pensando en ti amada mía.
No hay parte de mi voz, que no te nombre,
ni hay parte de mis manos que no ansíen,
palpar tus blancas manos, un momento.
Y todos mis sentidos se resumen,
en la dicha impalpable de sentirte,
de sentirte a cada instante mía. (2005)