Todas las palabras que se dijeron,
Fueron torcidas por una mente perversa,
Quizás el no tener lo que se quería,
Quizás querer lo que no se tenía,
Sólo se que aquellas palabras,
Trajeron inmenso dolor a mi vida.
Hoy cuando acompañado,
Me encuentro solo aún con tú compañía,
Porque tus palabras sólo son ironía,
Bronca, rabia, fobia, y felonía,
Que con derecho te sientes,
A pronunciar mi vida,
Me juzgas y culpas de tus actos,
Como juez que en juicio halló a su asesino,
Y sin dejarme defensa,
Me acusas del destino de tú vida,
Espero Dios te ilumine,
En el pensar y el corazón,
Porque los actos de pareja,
Siempre son de a dos,
No existe un solo culpable,
Por partes iguales se distribuye el dolor,
También la alegría y la risa,
Que la vida alguna vez nos dio,
Pero si a pesar de esto,
Aún crees que el culpable sólo soy yo,
Espero lo recuerdes al despedirme,
Y te des cuenta que ese acto,
No sólo es mi voluntad,
La mitad de ella te corresponde a vos.