Que estés derrumbada y al buscar consuelo,
esa única persona que puede, no te sepa consolar.
Que la hija de tus entrañas a quien amas tanto,
se cubra con las manos los oídos, para no escuchar.
Que tu voz apreciada y querida por extraños,
sea odiada y un fastidio, para los de tu hogar.
Que halles despreciado y tirado por el suelo,
aquel regalo que escogiste porque sabes amar.
Que después de bella, útil y joven, llegues a ser vieja,
y te sientas triste, usada, desechada y sola…
y nadie toque más las puertas de tu corazón.
Y que a pesar de esas emociones tristes y tan fuertes,
haya cosas misteriosas, esperanzas bellas, que surgen como solución:
Quedan los recuerdos, las ardientes lágrimas y la resignación.