Oir tu voz cuando más la necesito,
es medicina para todos mis dolores,
es la cura de mi alma y de mis sinsabores.
Sé que habitamos dos mundos diferentes
teniendo que vivir en lugares tan distantes,
pero aunque me haya equivocado de camino,
siempre agradezco que cambiaras mi destino.
Tal vez presiono demasiado tu paciencia,
al nunca contestar a tu correspondencia,
siempre prometo que lo haré algún día
y sé que esperas mis respuestas todavía.
Pero no lo negaré, ya no podría,
tu le inyectas a mi triste vida la alegría
cuando me llamas muy temprano, cada día.