Mi infancia son recuerdos de un vecindario de París.
Donde se encuentra el oro y sufre la plata.
Adornan árboles de bello matiz.
Lindos recuerdos, algo que ahora me falta.
Tanto paseé por ese país
Que nunca cuenta me di
Que la lindeza provenía de esta raíz
Y dejé a un lado soñar, y sueños vendí.
Con estrictas reglas me instruí, pero feliz residí.
Mucha tensión transitaba de aquí para allá
Pero con el tiempo me recluí.
Reconozco que no soy bueno para la batalla.
Espero atentamente nuevos caminos.
Nuevos senderos, nuevos destinos,
Claras huellas, algo que me guíe a ellas
Nuevas formas de vivir, nomás puedo yo ya pedir.
Esta desdichada vida, se aparenta a calle sin salida
Espero una nueva vida, una clandestina detrás de ese furgón que lleva encina.
Me tiro y me sujeto de mi alma, se paralizan mis sentimientos pero se larga el cuerpo ya deformado,
Y así se acaba la vida mía pero empieza esta divina.