En aquel día soñé que contigo me encontraba,
y en ese sueño disfrutaba en un inmenso vergel.
Me prometías ser fiel, y ciega en tu amor creí.
Tu corazón yo reconocí en su cimbreante palpitar.
¡Qué hermoso fue soñar!¡Qué bello fue amarte a ti!
Mas de golpe desperté, viéndome en el desamparo.
Seguía la invención de que todo fuera una ilusión.
Como vigorosa flor, tu perfume enseguida inspiré.
¡Oh!, sí mi querido amado, hasta tu calor sentí.
Tu ardor quemaba tanto que no lo podía someter;
tuve que juntarme mucho a ti para poderlo apagar.
Tu boca apasionada rejuveneció mis labios;
sujeté mis impulsos para no desfallecer
aun así, sin pretender, de repente me desmayé.
Mas cuando recordé, en tus brazos me encontré,
volví a vivir de nuevo la misma emoción de placer.
Quise permanecer junto a ti para embriagarme
de la incesante locura de amor que experimentaba.