El dolor de trasmuta indefinidamente, cual un reguero de pólvora que viste a los ausentes,
siembra, mansilla, aturde atardeceres, vela a mis
muertos, en la sombra profama de árboles sediciosos de placeres efímeros, transcurre, ata, peregrina, huele a asfalto caliente de un verano
atormentado por recuerdos insistentes, permite objeciones y no las permite, siembra rencor, odios, amalgamas fugaces de olores entumecidos por un viejo rocío de algunos instantes, escarba ataúdes, los maltrata sutilmente, roe los huesos de los que descansan en paz, y los que descansan en mis infiernos, acude a la cita temprano, miente y famtasea con mi cuerpo, me arrulla en arrabales y diagonales de ensueño, proclama mi muerte a cada rato, cuando el costal de imágenes
se suceden unas a otras...el dolor me seduce tanto que de vez en cuando me atornillo a sus reclamos.