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EL DRAMA DE LOS MUERTOS
“Al palpar la cercanía de la muerte, vuelves los ojos a tu interior y no encuentras más que banalidad, porque los vivos, comparados con los muertos, resultamos insoportablemente banales.”
Por: Miguel Delibes
Era una mirada triste y vidriosa fija en la oscuridad.
Se veía en el horizonte el olular del relámpago
solo latía en el ambiente el presagio de la tormenta,
Un extraño buho se posaba en el viejo caballete del tejado.
El graznido de un cuervo cruzó el viento frío de la noche,
a lo lejos se dibujaban siluetas como esperando una cita.
El ladrido premonitorio del perro era incansable
El vaivén de los árboles marcaban una armonía luctuosa
El río dejó de fluir ordenado por una nostalgia viajera,
El canto de los gallos traían extrañas voces ancestrales
La luna se escondió temerosa para no ser testigo de nada
El azar de la india aromaba el silencio de la noche
El trupillo solitario hacía más lúgubre el devenir de las horas
Los vientos del cementerio retaban el caudal de la vida
Una cama mustia sostenía la levedad de un ser que se apaga.
La vida se escapa dejando su bella mansión.
Cuanto dolor siento dejar el patio de mi infancia
En cada pared está retratada mi existencia,
Ya no volveré a escuchar el ruido de la lluvia en los matorrales
Todos mis libros llorarán mi ausencia
Aún después de muerto sigo pensando
Estoy seguro que mis lectores dirán que estoy loco
Ya estoy instalado en la funeraria
Vi llegar a los que más me odiaron
En cada uno de ellos vi el rostro de Polifemo
Muchos ocultaban su roca asesina.
Las mentiras de su pésame brotaban a raudales
Sentí la presencia de leopardos rugiendo al muerto
Pude ver a un cura fariseo con cabeza de lobo feroz
Escucho el tañir falaz de campanas cómplices de biblias rancias
Siento bandadas de pájaros ciegos posados en mi cuerpo
En un rincón estaban los leoninos con el falso rostro de compungidos.
Estos traidores merecen sin piedad la roca de tarpeya
Como un extraño sino estaban los viejos fariseos de la Batalla de Mejido.
Más que amigos eran una cofradía de aquelarres contra la vida.
Después de estar muerto la vida se vuelve un oropel
Más que a la muerte le temo al olvido de los seres que amé
Tengo dolor y miedo de mi pronta armadura blanca
Miedo de mi risa permanente sin pasión alguna
Me brotan lágrimas de sepulcro que añoran flores de mil perfumes
La muerte individual es el fin de los tiempos
Contemplaré como fantasma los futuros muertos de la guerra
Haré esfuerzo por no borrar la masacre de mis ancestros
No hay más armagedon que no poder regresar a la vida
No veo aquel cielo que los ignorantes murmuran
No veo el purgatorio ni el infierno de la imaginaria humana
Tengo solo la certeza de una madre que me instaló en el mundo
Como un ente extraviado la buscaré en el viejo muelle de su infancia.
Siento una espantosa oscuridad y el peso de una losa fría
Me tranquiliza un sol que me amó con pasión y delirio
Los bellos fulgores de luz erotizaron mis mejores orgasmos
Lucharé para que su imagen no me la quite la muerte.
La esconderé en el lugar más secreto de mis huesos
Espero que la muerte no pueda vencer a la imaginación
Ahora siento que quedo solo en el panteón
La vocación del muerto es la soledad
Un solipsismo rige mi existencia ósea
No me he encontrado con ningún Dios
El pacto es regresar a la naturaleza
Volver a la santa madre tierra
Es el pacto sagrado rumbo a la nada
Una nada imposible para reencontrarse con el ser
Todo al final es nada, absolutamente nada
En las leyes de la naturaleza no hay retorno
Todo es un devenir infinito
Un espiral insaciable que no se detiene
La naturaleza es presente continuo
Yo soy un triste pasado
Una extraña existencia sin referencia
Un muerto no puede aspirar en su realidad vencida
Sólo alguien cercano registra un calendario.
“Se escribe siempre para dar vida, para liberarla vida allí donde esté presa, para trazar líneas de fuga.”
Por: Gilles Deleuze
Por: Manuel Guillermo Ebratt Doncell
Barranquilla, 18 de Septiembre de 2015
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