Aquí muere la esperanza
y la palabra "mañana"
perdió ya todo sentido,
te sientes solo y perdido;
infierno tras de las rejas:
son inútiles las quejas
en este valle de olvido
en el que he sido recluido
por ciertas "cuentas" ya viejas.
Aquí, tu peor enemigo
es tu propia soledad,
y la evidente maldad
de la que eres testigo;
es el encierro un castigo,
privado de libertad,
te atormenta sin piedad,
porque nadie está contigo.
No me declaro inocente:
sé bien por qué estoy aquí,
pero flota en el ambiente
una amenaza permanente
que no me deja vivir.
Y paso los días pendiente
de continuar, solamente,
tratar de sobrevivir;
pues hay peores delincuentes
que amenazan mi existir.
Aquí, es la ley de la selva
la única ley que impera
y, en invierno ó primavera,
la preocupación primera
es cuidarte las espaldas;
los meses se vuelven años
y te olvidas de las faldas,
pues es en vano la espera
y no hay sitio a dónde ir.
Los "amigos" te traicionan
y te tortura el silencio,
y tus fuerzas se erosionan;
en mi celda sólo pienso.
Los errores no perdonan
y se elimina a los necios
que, ilusos, se envalentonan
y acaban pagando el precio.
Pero las rejas más duras
que tienes que soportar
son las de la indiferencia
de tus propios familiares;
contemplas con amargura
cómo empiezan a olvidar
hasta tu misma existencia;
te ignoran, en su vergüenza,
y te dejan llorando a mares.-