Qué injusto el día sin sol,
-o eso dice mi carácter-
ahora aquí, frente a ti,
me cobijo y evado de momentos enturbiados.
Siempre acudo a ti, siempre hay un attimo
en el que mis ojos aprecian tu grandeza,
tu belleza y cobijo.
Acercándote más a mi,
me siento más llena, más real
y mi corazón palpita tranquilo.
Abandone tu recuerdo en mi presente,
Pero cuando vuelvo…
Eres la visita imprescindible de mi caminar.
Cuantas risas, cuantos momentos y juventud.
Crece el árbol en la orilla, como crezco yo,
como crece el agua en otoño
pero el sonido tenue,
blando y verde se mantiene,
inmutable ante la armonía del paisaje.
Que idílico sería poder tumbarme en la piedra,
que el aire tocará mi cuerpo y el sol
me bañará en sonrisas.
Mañana ya no será ahora,
el presente es irrecuperable
pero habita en mis pupilas
cuando necesita respirar, llorar, gritar
y mirar al horizonte, buscaré
un sitio en la roca…
… mirándote fijamente.