El palpito desnudo, el ofusco martirio del miedo,
sentir como señala a los ojos
Que se expresan a través de la boca.
El veneno vertiginoso que increpa las manos,
El desuso del olvido regenerando su propio descuido
Mientras velas en las horas pardas del día
Por el acontecer de las miserias, esas que se envuelven en la seda
Y menosprecian las virutas del aire caliente provenientes
Del ocaso indefinido donde se hayan los besos.
El sentir frustración errante, el vértigo misterioso que increpa a los ecos,
La luz nula que vistea los párpados
Y diseña planes en la almohada.
La arrogancia del ego, injuriar a la lengua cuando esta se pronuncia,
El sabotaje al que se enfrenta el cuerpo
Cuando este improvisado de amuletos
Se desviste ante la luna viajera.
El amor, la guardia pretoriana acomodada en el sofá
Esperando el anhelo de historias,
Sismos en el epicentro de todas las cosas;
Donde la locura y el frenesí saturan
De forma violenta a la entrada de los pulmones
Y el mecanismo que permite la entrada de aire
Reniega de la acnea en el sueño.
Y en el alba de todos los encuentros,
Te veo como en su principio
Tan cerca del invierno, tan cerca de donde siempre,
Tan cerca, que mis ojos te ven borroso
Y al mismo tiempo mi olfato te identifica