Al desierto has dado una eterna vida ahora,
todo lo que a penas y brillaba en él, iluminaste;
por eso es que, en todo y por nada se te adora,
porque a una tierra estéril y sin vida animaste.
¿Qué luz es la que te acompaña amada mía?
¿Será acaso la luminiscencia del amor verdadero,
que ni el sol se siente con tu grata compañía?,
¿Será algo nuevo para mí y para ti algo pasajero?
Muñequita hermosa, constante repentina,
claro veo tu presencia acá y en el más allá,
te has vuelto toda una clara imagen divina,
a quien, mi corazón brinda cultos en la soledad.
Miro a tantas damas y no hallo en ellas nada;
rostros lindos y cuerpos perfectos para la carne;
pero tú, penetras mi alma con una sola mirada,
y con tan solo recordarte, logras a tu vida atarme.
¿Cómo le haces para fácilmente traspasar,
como cosa suave y blanda a tan dura piel?
¿Cómo logras amada mujer lo dulce rescatar,
de lo que para muchas ha venido a ser una hiel?
Admirado estoy de ti y tu tierna forma de querer,
con tus caricias haces que se te desee y quiera,
has marcado con tu cálido aliento todo mi ser;
esos lindos momentos, olvidarlos nunca quisiera.
Has hecho tantos milagros a mi alma ansiosa,…
luz venida del más allá,… surgida de donde nada;
eres no una reina hermosa, sino una divina diosa,
quién merece, por siempre, ser amada y adorada.