Ella lo tenía todo
y, sin embargo, había un vacío
que la impulsó a suicidarse
en las turbulencias del río;
no lo dudó al arrojarse
y se hundió en el agua y el frío.
Fracasó, fue vano intento,
la sacaron rescatistas
del cuerpo de salvamento:
tres jóvenes optimistas
que llegaron justo a tiempo,
pues tenían sus cuerdas listas.
En camilla y abrigada,
fue llevada al sanatorio
en ambulancia cerrada
y conducida al consultorio,
al tiempo que era informada
su madre del incidente.
Pero se encontraba ausente,
en un bazar de caridad
que organizó a beneficio
del barrio más indigente.
(¡Ave María, pobre gente!
merecen mi sacrificio).
Así que Julia quedó
internada en una cama,
mientras alguien le prestó
una bonita pijama,
pero no le interesó,
estaba absorta en su drama.
¡Si yo me quería morir!
¿por qué "rayos" me sacaron?
yo ya no quiero vivir,
sólo me lo complicaron
y, cuando mucho, atrasaron
en lo que voy a insistir.
-¿Por qué buscas el suicidio?-
preguntó la terapeuta.
-¡Porque todo es un fastidio!-
le contestó la insurrecta
-¡La vida es sólo un presidio
y ya no quiero estar presa!-
-¿Qué edad tienes?- -Dieciocho años.-
-¿En dónde estudias?- -¡Yo qué sé!
Estoy harta de desengaños
y ya he perdido la fe;
¡este mundo huele a caños
y yo ya me exasperé!-
Con un gesto de tristeza
y abatida la mirada,
salió del cuarto la dama
(-Su vida apenas empieza
y es una chica agraciada;
¿por qué está tan amargada?-)
Mientras, Julia se ha quedado
sola en la habitación
con el ánimo frustrado
y una macabra obsesión:
"Ya será en otra ocasión,
aquí ó en algún otro lado".
Eduardo Ritter Bonilla.