Y el poeta dijo ..."desengáñate, así no te querrán".
Se abandonó
y se acercó a la orilla
del desengaño.
Tuvo la culpa ella,
por no cuidar su belleza,
ni sus palabras tiernas,
ni su mirada primera,
ni sus labios rojos,
ni sus dedos suaves,
ni la suavidad de sus piernas...
ni su olor a aroma de azafrán.
Tuvo la culpa ella,
por olvidar el beso de la mañana,
por olvidar el beso del regreso,
por olvidar en la mesa
la flor que le recuerde
los pétalos,
que olieron, de la primera rosa.
¡Por olvidar tantas cosas...!
Tuvo la culpa ella,
al dejarlo solo,
despistado
en la amistad de sus amigos,
en el abismo de sus sueños.
Se abandonó
y se acercó a la orilla del desengaño.
Tuvo la culpa ella,
por dejarlo a solas
con la indiferencia.
¿Fue la inteligencia
el factor primero
de tener la culpa ella?.
No pensó,
y estaba descuidando
lo que más amó,
y cuando quiso desearlo
no encontró en sus labios
el fuego de antaño.
La abulia practicó el amor
y ambos se quedaron secos
de lágrimas sin reproches,
se quedaron secos
de palabras de nada,
porque nada quedaba.
No pensó,
se abandonó,
y se acercó a la orilla
del desengaño.