Me puse a escribirte
en silencio y ajeno,
parecía un milagro
que tocaras mi pelo,
pero es que enmendé
una suerte de recurso
de tanta distancia
de tanto consuelo
partió de mi pluma
un haz en desuso
una palabra tuya
me sonrío casi al vuelo,
que pena me dá
no haberte mantenido
no poder sustanciar
la plenitud que no encuentro,
que pena me dá
sentirte tan lejos
y tan cerca de aquello
que parecía tan nuestro.
Y entonces la hoja
esparció un desvelo,
una gota de lágrima
una sombra sin velo,
que inmensa tristeza
que pasión, que misterio,
que otra manera
de saber si ahora puedo
tejer el futuro
con algodones sin suelo,
con franca paciencia
o apuro en el ruedo,
si a él no lo dejas
amor, ya no puedo,
luchar contra el viento
y molinos en celo,
si a él no lo dejas
se irán mis te quiero!
y la impronta querrá
saber como he muerto!