Constante e infatigable,
tiene un andar vigoroso,
y su paso cadencioso,
marca el tiempo inexorable.
Camina sólo, arrogante,
Abstrayéndose de todo,
consiguiendo de este modo,
seguir su ritmo incesante.
Como pertinaz gotera,
no se detiene jamás,
y nunca pierde el compás,
nos lo demuestra su esfera.
Es imperturbable, exacto,
y su caminar no altera,
de pared o de pulsera,
da igual sea el artefacto.
De sus agujas, el giro,
avanza siempre adelante,
sin detenerse, constante,
y sin tomarse un respiro.
El tiempo escapa, es fugaz,
nadie lo puede impedir,
y sólo su paso medir,
el reloj se ve capaz.