¿Por qué, al intentar olvidar, se termina odiando? Hay caminos que en ocasiones se cruzan, por no decir que solo se rosan, que apenas se perciben. De hecho podría pensarse que nunca pasó. Esos caminos, a veces, dejan huellas, algunas pisadas que dan fe de lo acontecido, para que no quede duda que alguna vez se miraron. Pero hay que seguir, hay que andar por el camino trazado, o buscar otro camino. Quizás con la sensación que nunca se volverán a unir, pero es así, es aprendiendo como se comienza a vivir, se comienza a superar lo andado, se empieza a saber que ya es uno suficiente maduro como para saltar, no solo correr. Y al pensar en eso, como que uno se confiesa, como que depura el alma y las penas, se suavizan las heridas y se desenvenda el pensamiento. No sé si volveré a ser la de antes, eso nunca pasa, pero al menos quiero ser otra vez, desde el principio, como quien quiere volar, como quien lo intenta y un día lo logra, y mira con otros ojos, con los que alguna vez, por primera vez, miró la luz del día: mirada diáfana y cristalina.